MARINAS, JOSÉ MIGUEL / MARINAS RODRÍGUEZ, PABLO
Es sorprendente traducir porque toda la tarea está orientada a lo que podemos llamar el «ajá» del traductor. Es un momento en el que juntando lo razonable, lo argumentable, notas que eso queda superado y aparece un equivalente que es más que una mera correspondencia: es ajá, ¡eso es! Y en ese momento ves que no estás poniendo algo parecido sino algo que es eso mismo que dice la lengua de la que estas traduciendo y al tiempo es una cosa nueva en el mundo. No es exagerado. Es el momento poético de la escritura de quien traduce. No es lírico ni pedante, ha de ser justo y esa justeza es la que te llena y produce un texto nuevo.
Lo importante es pegarse a la letra, no ponerse a interpretar. Dejar que la música de la frase que estás por verter a tu lengua te llegue, de diga, te sorprenda. El que mejor lo ha expresado es Fray Luis de León, seguramente el mejor traductor y maestro de traductores. En su versión del sorprendente texto Cantar de Cantares, dice que quien traduce, él mismo, no se va a poner a interpretar los sentidos del texto (para eso están los exegetas, los teólogos) que él se va a limitar a declarar la corteza de la letra. Y esta emocionante expresión es de una exactitud que él aclara: va a poner a ser posible el mismo número de palabras en la lengua española que las que había originalmente en hebreo y, en segundo lugar, va a tratar de lograr decirlo de tal manera que el que lee lo entienda como si supiera hebreo. ¿Que no es apasionante?
Miguel Marinas
El libro incluye un comentario de Pablo Marinas al poema Tenebrae de Celan y sus versiones y otras colaboraciones.