LUIS HARANBURU ALTUNA
El resentimiento genera identidad y está en el origen de la ola identitaria actual. Algunas expresiones del feminismo radical, el nacionalismo étnico y otras causas identitarias, tienen en el resentimiento su referencia seminal. Los sentimientos importan, y mucho, a la hora de construir nuestras identidades.
La historia de la humanidad es una realidad donde las condiciones materiales han jugado y juegan un papel fundamental, pero la historia es también el escenario al que concurren las personas y los personajes como protagonistas. La historia es, por lo tanto, fruto tanto de las condiciones físicas y materiales como de los afectos y sentimientos de quienes la protagonizan. El deseo, la envidia, la venganza, el odio y el amor son sentimientos poderosos que han condicionado el devenir humano, pero es el resentimiento quien ocupa un lugar determinante en la historia de las naciones y de las sociedades.
Nietzsche fue el primero en reflexionar sobre la importancia del resentimiento en la urdimbre cultural y política de la humanidad. Cuando la retórica suplanta al razonamiento y la emotividad a la razón, los sentimientos irrumpen como marcadores de la identidad.
El presente ensayo aborda la tarea de articular una antropología del resentimiento centrado en el fenómeno del nacionalismo. Por imperativo biográfico, el autor se ha establecido como meta la compresión del nacionalismo vasco, desde el análisis de la emotividad y la sentimentalidad de sus protagonistas. Desde Sabino Arana hasta ETA, es detectable la impronta indeleble del resentimiento en la historia del nacionalismo vasco.