BLOOM, HAROLD
Dos años antes de su muerte, el 14 de octubre de 2019, Harold Bloom inició una serie de cinco libros en los que realizaba un análisis literario, crítico y, ante todo, humanista de los personajes de Shakespeare. El primero se lo dedicó a Falstaff con quien Bloom se sentía especialmente identificado en su forma de amar la vida.
Así quiso morir aquél que aspiraba a nutrir el genio: transmitiendo a los jóvenes su pasión por el saber y el amor por el conocimiento de uno mismo que ofrece la lectura en soledad. Vivió rodeado de estudiantes que acudían en busca de un sentido en la literatura y en sus vidas. «Sin memoria solía decir no se puede pensar». Recitaba extensos poemas y recordaba con exactitud ímproba poemas extensos que había hecho suyos desde su niñez, una idea que recuerda lo que Oscar Wilde calificaba de «registro del alma».
«Si Hamlet es embajador de la muerte, Falstaff lo es de la vida», Bloom, quien interpretó al Caballero Gordo en los escenarios del British Art Center de Yale y, anteriormente, en Cambridge, Massachusetts, veía a Falstaff, y a sí mismo como uno de esos profesores sin colegas y con numerosos estudiantes. Influido por el personaje Shakesperiano, amó la vida, la gozó, y la enseñó. No quería discípulos académicos sino seres humanos capaces de leerse y cuestionarse.
Todo buen lector posee su propio canon literario que le permite elegir lo que quiere retener como suyo. Un libro es una barca llena de piedad que nos lleva siempre a la otra orilla. En la lectura afloran los personajes que son partes nuestras ya conocidas, y otras que permanecían sin develar. Los personajes de esta colección integrada por Falstaff. Lo mío es la vida; Cleopatra. Soy fuego y aire; Lear. La gran imagen de la autoridad; Macbeth. Un puñal imaginario y Yago. Las estrategias del mal son maestros de vida: en ellos pervive esa humanidad en la que nos reconocemos.